Nuestra juventud de hoy es muy influenciada por situaciones agobiantes que los quieren enredar y destruir en gran parte de su vida, es por ello que las armas de milicia no carnales, sino espirituales, son las que los pueden mantener en pie y deben ser basadas en la oración, obediencia y sujeción a sus padres y autoridades mayores, los cuáles pueden instruirles y guiarles mayormente por el camino correcto, y es donde este ministerio tiene función, ayudándoles a la toma de decisiones correctas, no sólo con la mera instrucción de su líder o maestros, sino con la oración e intercesión por ellos, e igualmente enseñarles a ellos como deben efectuarlo, desarrollando una vida con un potencial y un carácter similar al de nuestro Señor Jesucristo.
La manera en que se efectúa el compañerismo y sana unión entre los jóvenes, es mediante las actividades que se realizan dentro del grupo, así como la participación continúa y la vida integral de cada uno en particular, efecto generado por la consagración de su corazón y atenta percepción del mundo espiritual y cuando son sensibles a la voz de Dios, para que puedan desempeñar su vida en el ámbito donde se desenvuelven día con día (escuela y/o trabajo) y así poder resistir en el diario caminar, huyendo de las pasiones juveniles.